Me encuentro de nuevo con las manos llenas de semillas que coseché con tanto esmero. Nunca dieron fruto y la tierra las expulsó descarada y estrepitosamente sobre mi rostro.
La tierra era fértil y abundante; el agua era pura; el abono estaba fresco; las semillas tenían embriones apropiados. Pero las manos volvieron al medio estéril, y el infortunio de la naturaleza no quiso reproducir mala hierva.
Ahora sólo hay dos opciones:
Buscar nuevas tierras arriesgando echar a perder sus suelos... o cortar de raíz las manos que van pudriendo el aire y contaminando cada sueño.
Un Personaje - David A. Bermúdez.
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