Toqué la cima y admiré el paisaje lleno de montañas y esperanzas.
Extendí mis brazos como para abrazar al viento y sentí que tocaba el cielo.
Creí estar en lo más alto de mi ego al sentirme lleno, pero luego, humildemente contemplé con nostalgia lo bello y necesario que es este bendito suelo... y me sentí pequeño ¡Pero tan eterno!
Bendita naturaleza, te regalo todos mis sueños.
Un Personaje - David A. Bermúdez.
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