martes, 21 de abril de 2020


Leves instrucciones para suicidarse.

Antes de comenzar a detallar las instrucciones a seguir para suicidarse impondré unas cuantas condiciones, algunas absurdas y rígidas, otras un tanto más flexibles, pero en todo caso necesarias para explicarle al lector por qué ha de matarse. 

Primero, es necesario que se descalce para leer. Quítese los estúpidos zapatos de oficinista, los insoportables tacones que tanto le gustan, las medias que le cortan la circulación a sus piernas. Busque una alfombra o una almohada en la cual descansar sus pies. Sienta la textura de la lana, el algodón o la seda entre sus dedos descubiertos, como las suaves caricias que lo materiales muertos pueden brindarle a una de las partes más olvidadas de su cuerpo. No sea vago, hágalo. No lea como los universitarios mediocres, obligado, con sueño, con el trago en la cabeza. Tampoco como un melancólico desgraciado, así, por escapismo, porque no tiene nada mejor que hacer mientras espera otra desgracia que lo encadene de la tristeza a la vejez prematura, y de la vejez a la muerte. Lea con coraje, con arrogancia, sea prepotente, napoleónico, que del sadismo y la sátira nos encargamos los escritores. Lea con morbo, con expectativa, nunca sea inocente con la lectura. Ella nunca lo será con usted.

Levántese y diríjase a un espejo. Dígame a qué personaje se parece, ¿a Fausto, a Raskólnikov, a Meursault? Dígame, ¿acaso se parece a usted mismo? No se engañe, no sea escrupuloso con su respuesta. Mírese por primera vez como a otro. Fúndase de inmediato con sus propios ojos y siéntase orgulloso de sus ojeras, sus imperfecciones, de lo fantástico de su temible presencia en este mundo. No fantasee con lo que otros le han contado, no se masturbe pensando en lo grande que fue Shakespeare, léalo, participe. Descalzo, desnudo. Vamos, no sea tímido, despójese de sus prendas, hasta quedar en ropa interior, o mejor sin nada. Como sea, diviértase. 

Entre a la cocina, ponga agua en el fogón y mientras se calienta busque la caja del té. Huélala, piérdase en los placeres sensoriales de la naturaleza, sienta el aroma a tierra, a fruto, a hoja, a tostado. No ponga el agua encima del té, ni beba de inmediato de la taza, no sea idiota. Haga de cosas tan sencillas como esta un ritual en su vida diaria. Haga participes al olfato, la vista, el tacto, a su cerebro. Vierta el agua y luego ponga la bolsa, observe como la trasparencia del agua se tintura lentamente de hilos naranjas, casi parecidos a la sangre, y dure un buen tiempo sin ver, observe como un niño. Tome la taza caliente con las dos manos, abrásela con los dedos, deje que le trasmite su calor sin necesidad de beberla, deténgase, olfatee de nuevo. Después de eso ya estará listo para su primer sorbo. Sople, beba, con los ojos cerrados, sienta ese placer místico mientras el té choca dulce contra la punta de su lengua y amargo contra los bordes. Pero nunca le ponga azúcar al té, a veces en la vida las cosas amargas son más dulces que las empalagosas. Si no me cree coja un libro de Camus, un existencialista que nunca lo fue, un existencialista que a diferencia de los otros no se hundía con la desgracia y lo absurdo de este mundo, él se reía a carcajadas. No espere buscar humor en su obra, no es a eso a lo que me refiero. Siéntalo, Camus era capaz de observar el más absurdo sinsentido de la existencia como si estuviera sentado mirando desde el balcón, ajeno, feliz como una persona que toma chocolate mientras mira por la ventana a la gente mojarse bajo la lluvia. De eso trata el estilo de Camus, estar feliz y aun así escribir de forma cruda. De eso se trata el té, de disfrutar la felicidad en lo amargo. El mundo es caótico, el observador inmutable. Beba, abra los ojos y siéntase despierto. 

Vuelva a su biblioteca. No importa que sea pequeña, basta con que tenga buenos libros y sea cómoda, pero tenga una. Busque ese libro de poemas que tiene empolvando hace meses, ábralo en una mano, en la otra el té, el torso desnudo, tome un sorbo para aclarar la voz y empiece a entonar poemas de forma maniática, pues sólo hay dos formas de recitar poemas, gritándolos o susurrándolos. Declame sin vergüenza alguna, hágalo con fuerza, sin quedarse quieto, dando vueltas en la habitación, mueva los brazos, las manos, el espíritu. Siéntase profeta del advenimiento de un culto que nunca llegará porque siempre ha estado, porque no hace falta buscarlo pero sí encontrarlo: la poesía. Si no tiene libro de poemas, salga, cómprelo, o en su defecto sígame:  

Nada más bello que levarse los dientes en la ventana con la ciudad que comienza a echar humo
Con la ciudad que levanta persianas
Con la ciudad atravesada por ambulancias de leche
Y piernas de adolescente rumbo a su diversión estival
Con la ciudad donde tú retrato marca la hora de mi muerte cada 5 segundos
Con la ciudad que ha tomado mi forma como el agua
Tomando la forma del recipiente donde vive
Escudriñar en el buzón la mano amiga que te habla
Desde un país donde ya es hora de acostarse
Escribir en el muro como propósito del día
“Amortiguar el odio”
“Mirarte el pene mientras duermes”…
Fragmento del poema Zen y Santidad de Jotamario Arbeláez.

Luego de terminado el té y el poema, salga a correr a la calle, desnudo si es que así lo desea o vístase si es que se sonroja con su propio cuerpo, pero salga, haga ejercicio hasta el cansancio, hasta el borde del derrumbamiento, hasta casi ceder al padecimiento insoportable de articulaciones, huesos, músculos, y después de eso sobrepóngase a todo y prosiga, incremente exponencialmente la sensación. Cuando esté a punto del desmayo tiéndase sobre el césped del parque o de algún vecino incauto y asimile todo el dolor que pueda como la prueba de que usted está vivo, pues sin duda es el dolor lo único que nos recuerda que no somos querubines sino humanos. Es frente al dolor donde nos contemplamos más mortales y vulnerables que nunca, pero en este caso vívalo como un símbolo de fortaleza, de que tiene piernas, brazos, voluntad, y sobre todo la libertad suficiente para propinarse dolor a sí mismo y sentirse satisfecho de hacerlo. Aunque no lo crea esta es la razón de vivir de muchos que se esclavizan a las disciplinas del deporte y el arte. Ser felices mediante el dolor y convertir el dolor en felicidad. Luego, acostado mire al cielo y siéntase eterno, sin fronteras. Ámese de pies a cabeza como un narcisista epicúreo, como un Dalí, como un poeta. No lo dude, vale la pena. 
Encuentre a quien besar con todas sus fuerzas, pero no besos tímidos de colegio o besos con sabor a porcelana vieja de algún extraño, busque un beso cálido, conocido, lo suficientemente familiar como para poder hacerlo intenso y prolongado. No economice pasiones. Nunca. Tome a una mujer bella y joven con su mano por detrás de la nuca, haga que sus labios luchen y evite que respire, presione suavemente su cabeza hacia usted, tómela de la cintura. No lo intente con mujeres maduras, ellas lo harán por usted. Juegue con el desenfreno, dele vida al movimiento, y cuando su pareja esté lo suficientemente elevada como para pensar en otra cosa, retire inmediatamente sus labios de ella. Si ella lo busca, retírese un poco más y contemple el espectáculo. Ella mantendrá los ojos cerrados, los labios estirados en busca de usted y la respiración suspendida. Grábese ese rostro con facciones de felicidad incomparables, con belleza, entrega, y entienda la importancia que usted representa en otros. Si usted es mujer, seduzca a un hombre que valga la pena, que le fecunde las ideas, no las entrañas. Atrápelo con palabras, con miradas, con esencia. No se limite a ofrecerle sexo, ofrézcale vida. Cuando lo tenga a entera disposición suya no se guarde nada, destrócele la espalda con sus uñas, arránquele el vientre a mordiscos, hágale saber que si pudiera, lo exprimiría hasta cuando sólo quedase un perfume hecho de él, hasta cuando él se vuelva un aroma que perdure irracionalmente en su memoria. Luego, tiéndase sobre su pecho mientras él duerme y sienta sus estruendosos latidos, su calor, mírele el rostro despejado y reténgalo para siempre. Disfrute del silencio y olvídese de este mundo. Si usted desea intentarlo con alguien de su mismo sexo no importa, eso es lo de menos, busque a quien prefiera, pero apresúrese. Ríndase al éxtasis y transmita lo que las letras no pueden nombrar, la sabiduría del cuerpo. Ame con la piel, el corazón, el cerebro, los intestinos, con lo que sea, pero ame como loco. Preferiblemente, no se case nunca. 

Ahora, si usted ha leído todo el texto de corrido sin haber sentido la necesidad de detenerse a mirar por la ventana, de hacer silencio para luego cerrar prolongadamente los ojos mientras fantaseaba entre pensamientos; si usted aún sigue con ropa, con pudor, e incluso, si tiene el descaro de haberme leído con zapatos puestos; si usted es de los imbéciles que sólo leen para considerarse más intelectuales que el resto pero su vida sigue dando asco, y aún no sabe si su día se pareció más a alguna novela, un cuento o un poema, o ni siquiera sabe si se parece a usted mismo, porque la televisión y su currículum lo confunden; si no se ha levantado a prepararse un té, o a leer a Camus, y sigue sentado, aplastado como una masa inerte; si no ha buscado algún poema que lo ponga eléctrico, o no ha encontrado placer en el cansancio; y lo más sorprendente, si no ha encontrado a quien amar, con quien compartir el florecimiento de los instintos que nos llevan a morir en los campos donde colisionan el calor y la humedad, debo confesarle que es usted un ser admirablemente aburrido. No le pido que se avergüence de usted mismo, pero temo confirmarle que ha perdido su capacidad de asombro, que usted ya es poco más que un fantasma, que un recuerdo, o mejor, que un olvido. No sea cobarde, no lo dude, definitivamente debe pegarse un tiro.


domingo, 19 de abril de 2020



¡SE ACABÓ ESE AFÁN CON EL QUE CAMINÁBAMOS!

Se acabó la prisa por llegar a tiempo a todos lados.
… y el mundo mismo nos enseñó que eso a lo que poco le prestábamos atención al fin y al cabo era por lo que debíamos realmente correr.
Veíamos los minutos pasar, en una carrera desenfrenada y casi infinita en contra del tiempo, que siempre perdíamos (pero creíamos ganar).

Nunca tuvimos tiempo para nada y las horas no cabían en nuestros cronogramas. Pero el poco tiempo que tuvimos, lo gastamos en comprar más tiempo para poder gastar… al final, nos quedamos sin tiempo y sin a dónde ir.

La tierra sólo tuvo que dar un pequeño sacudón para mostrarnos que el camino que recorríamos nos llevaba más lejos de nuestro destino y, que el destino, sólo lo podíamos alcanzar de la mano de nuestros seres queridos.

Nos obligaron a estar día a día con las personas más cercanas, mientras aprendíamos que lo único que nos hacía falta no era tiempo, sino mirar mejor al rededor.

Empezamos a ver a todos nuestros amigos refugiarsen en casa. Ya no pensábamos en el fin de semana para escapar de la rutina, porque todos los días eran iguales. Convertimos la rutina en el más hermoso acto de amor y de protección hacía nuestros seres queridos porque nos quedamos en casa, mirándonos a los ojos y escuchándonos con el corazón.

Entendimos que para salvar al mundo no necesitábamos armas, ni balas, ni espadas, ni palos o piedras; sino solidaridad… y que los aplausos eran, día a día, un pago anímico para nuestros más fuertes guerreros en el frente de batalla. Empezamos a aplaudir y a ayudar mientras se nos olvidaban los colores políticos, de raza, de bandera o de cualquier tipo.

Nos entregaron la fórmula más precisa para salvar al mundo y nos aterramos con la solución… ¡No salir da casa para dejar respirar la tierra! Y por fin entendimos que éramos nosotros quienes la estamos matando mientras mirábamos hacía otro lado.

Los animales reclamaron de nuevo su espacio y fuimos nosotros quienes tuvimos que irnos. Con justa razón el planeta tomó un aire y respiró, sin la contaminación de nuestras manos arrancando sus pulmones y secando su sangre, mientras nos excusábamos en razón del hambre, pero que no de alimento sino de poder.

Las potencias mostraron que no son potencias y que están muy lejos de serlo. Mientras todos unidos luchamos, poco a poco, con un enemigo más diminuto que cualquier bala… que no es un virus, sino el EGOÍSMO.

Desaparecieron todas aquellas personas que nos rodeaban todos los días… personas con las que estábamos llenos de compañía, pero repletos de soledad… Logramos ver quienes realmente estuvieron siempre ahí en los momentos buenos y malos. Y nos dolió ver cómo esos que siempre estuvieron ahí, eran a quienes más habíamos abandonado.

Volvimos a escuchar a nuestros padres, madres y abuelos. Volvimos a interesarnos en su sabiduría y en sus fuerzas, para combatir el miedo y el terror que le tenemos a la soledad.
Les empezamos preguntar a nuestros viejos de dónde sacaron fuerzas para vivir sin todo lo que hoy tenemos y entendimos que lo que hoy tenemos es lo que nos aleja de lo que realmente siempre ha importado. Mientras sonreíamos y llorábamos con sus historias.

La tierra nos enseñó a ver con ojos despiertos y bien abiertos la realidad y, de un golpe certero, nos hizo entender que siempre lo tuvimos todo y no lo supimos apreciar. Nos hizo ver el mundo con ojos de turistas y nos llevó a añorar todo aquello que ya habíamos convertido en una fría y triste rutina.

¡PERO YA ES HORA!

Es hora de despertar; es hora de levantarnos y tomar consciencia…
Es hora de salir a construir antes que destruir.
Es hora de reinventarnos, de reconstruirnos y crearnos…

¡La tierra es un paraíso que no apreciábamos!

Pero aún no es tarde… Aún es nuestra oportunidad de encontrarnos a nosotros mismos y reconocernos como seres que estamos en la tierra para crecer junto con ella, no sobre ella.

Escrito por: David A. Bermúdez
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miércoles, 8 de abril de 2020

¿Eres consciente de la responsabilidad que supone elegir con quién compartes tu energía más íntima?.
Todo encuentro íntimo con una persona te une de una forma especial con ella. Las energías y las almas se entrelazan y cuanto más profunda sea esa conexión más se comparte y se intercambia energía con esa persona.
Si estás con una persona que no le hace ninguna limpieza interna a su ser y si además esta persona ha estado con muchas otras y tampoco ha limpiado lo que las demás han dejado en ella no sólo estarás adquiriendo parte de su carga energética sino que también estarás tomando parte de las energías de las demás personas que intimaron con ella.
Antes de intimar con una persona recuerda:
“DUERME CON ALGUIEN QUE DESEARÍAS SER”.

Cuando unimos las auras con alguien, aunque haya sido una vez en la vida, juntamos karmas, energía, luz, vibración, conocimiento, y damos vía libre a larvas (vampiros energéticos que se nos plasman) o entidades negativas como los íncubos o súcubos, etc…
El aura tiene de por sí una defensa natural, como la tiene la piel, que además es lo que le permite separar energéticamente un cuerpo áurico de otro aunque estén en contacto (en el metro o bus, por ejemplo, que vamos todos apretaditos, las auras se tocan, pero debido a esta cualidad intrínseca defensiva nunca se mezclan.
En el acto sexual lo que se persigue es lo contrario: la unión; las defensas bajan, las auras de las dos personas se fusionan y la energía se mezcla.
Si uno de los dos trae porquería en su cuerpo áurico, los dos acaban compartiendo esa porquería.
Cuando las dos personas se separan, cada uno tiene algo de energía del otro, con lo que eso conlleva. Si ninguno de los dos tenía porquería pero practican sexo sin amor, la lujuria perturba sus energías y puede crearse suciedad en las auras. Si la otra persona es lujuriosa y lleva hasta el extremo su lujuria ni siquiera podrá tener una relación sexual placentera porque todo le sabrá a poco.
El sexo es un poderoso vehículo muy elevado, espiritual, diseñado para recordar el momento de la Creación, y despierta las mismas fuerzas primarias creadoras. Una energía tan potente es como un faro enorme de luz. Movida por la lujuria, esta luz se distorsiona y puede atraer entes de energía perturbada.
El Amor, sin embargo, supone una entrada de la energía más elevada, y hace que la relación entre dos personas tan sólo atraiga bendiciones, estén protegidos y evita la distorsión energética.
Esto es algo hermoso cuando estamos realmente enamorados y queremos pasar con esta persona el resto de nuestros días, ya que cuando amamos realmente queremos compartir lo bueno y lo malo con nuestra pareja, pero cuando sólo fue un acto de placer, o de una noche, ya no es tan agradable, ya que de la misma forma unimos todo lo mencionado y esta unión energética dura siete años, a partir de la ultima relación sexual, ¡así es!, ¡siete largos años! en que el lazo no se rompe, y en que seguimos unidos de forma energética y kármica con todo aquel con quien hemos compartido nuestra cama, nuestro espacio y nuestro cuerpo energético.
Esto es importante: el sexo no es malo, pero lo que hacemos con él puede perjudicarnos o beneficiarnos, puede cambiarnos para siempre.
Además de que se complica cuando la cadena es grande, porque imagina a alguien que ha tenido relaciones sexuales digamos, con nueve personas; que a su vez cada una había tenido sexo con tres. ¿Puedes imaginar cuantos karmas y plasmaciones tienes tí después de esta cuenta benévola?.
Cuando unimos nuestra energía de este modo, también damos nuestro poder y vibración de vida a la otra persona, creando lo que antiguamente llamaban PUENTES DE PODER O LAZOS KÁRMICOS. Este tema es tan complejo impactante y profundo, que no acabaríamos en horas. Pero este conocimiento nos hará tener más consciencia de la ligereza o profundidad de nuestros actos.
Para el descanso de todos compartiremos una cura: Si encuentras el amor de tú vida, un Amor profundo y verdadero… ¡este Amor es capaz de quemar y trasmutar lo que sea!, convirtiéndose en una cura de amor y de energía para la pareja.
Armoniza tu chacras, trabaja sobre ellos y evita tener parejas pasajeras. Lo ideal es compartir nuestra energía más íntima con quien amamos y nos ama, nuestra pareja, no con personas que sólo nos atraigan o personas que sólo despierten en nosotros pasión física.
Recuerda que si compartimos nuestra energía con personas fugaces, no sabemos con que otras personas también fugaces y con energías densas estemos intimando, no se sí estaría bien decir en llevar un celibato, pero lo mejor es saber quien y que lleva en sí cada persona con la que nos involucramos íntimamente.

El ser humano responde a sus instintos animales (hormonales) igual que una mariposa nocturna a la luz incandescente de una lámpara que la quema lentamente, pero sigue arremetiendo sin tener conocimiento de su destino.
Por esto la tasa de matrimonios baja mientras los divorcios se incrementan y sólo prevalecen limpios aquellos que deciden convivir hasta darse cuenta de que son el uno para el otro y consideran el matrimonio o prefieren seguir en la relación sin un certificado alguno.

Te quiero por que me enseñaste a luchar:



Alguna vez, de niño, escuchaba a la gente decir que detrás de un gran hombre siempre había una gran mujer.
Un día de adolescente, y un poco existencialista. Pensé en que yo era un gran hombre pero no tenía una gran mujer detrás.
Luego, con los años fui confirmando mi pensamiento, pues conocía mujeres pero nunca a esa “gran mujer que andaba atrás de mí”
A mis casi 30 conocíaños, a una mujer linda por inteligente, hermosa por diferente, preciosa por rebelde. Ella me enseñaba que la vida era una y no se podía pasar por desapercibido, al menos con uno mismo, y “que la felicidad se lograba con pequeños detalles”.

En tan solo semanas de compartir con ella, aprendí que si iba a estar detrás de alguien, era para ayudarle a coger impulso. 
Que si yo iba a estar delante de ella, era para ayudarla a levantarse -porque sabía que lo iba a hacer-.
Cuando la empecé a querer y vi el valor hermoso que tenia en mi vida y todo lo que era capaz de hacer por ella, recordé mi escepticismo ante aquella frase de la niñez, y entendí por qué no cobraba sentido, o por qué nunca lo había cobrado para mí. Pues al tenerla a mi lado, por fin, tomaba sentido.

¿Que “detrás de un gran hombre hay una gran mujer”? ¡Mentira!
Detrás de un gran hombre no hay nadie, porque su compañera camina al lado –de la mano-, nunca atrás.

Yo no quiero una novia, quiero una guerrera… Yo quiero una compañera.

jueves, 12 de mayo de 2016

Amores finjidos:

"Amores finjidos:

¡Basta ya! 
de amores fugaces
de cuerpos fantasmas
de besos efímeros

De "te quiero" a primer beso 
De olvido después del sexo.
De desamores a destiempo 
De cariño fingido.

Cansa ser precoz de sentimientos
duele ser infértil de recuerdos."

Un Personaje - David A. Bermúdez.

martes, 10 de mayo de 2016

Cuentan los Lakota que cuando Wakan Tanka "Gran Espíritu", había dispuesto ya las seis direcciones 
(Este, Sur, Oeste, Norte, Arriba y Abajo), quedaba por situar una séptima dirección.

Pero como la séptima dirección era la más poderosa...de todas, la que contenía mayor sabiduría y mayor fuerza, 
Wakan Tanka "Gran Espíritu" quería situarla donde no la encontraran fácilmente. 
Así que al final decidió hacerlo en el último lugar en que se les ocurre buscar normalmente a los humanos:
en el corazón de cada persona.

Wakan Tanka, Dios de la gran tribu Lakota, es conocido también como "Gran Misterio".

Recorre mis penumbras y encontrarás tristesas que se esparcen en un cofre, sellado entre llantos que se mezclan con suspiros que se evaporan y encienden la llama que renace mis sueños y me impulsan a sonreír mientras camino. Soy esclavo de mi conquista y mi conquista es mi orgullo.

Leves instrucciones para suicidarse. Antes de comenzar a detallar las instrucciones a seguir para suicidarse impondré unas cuant...