Toqué la cima
y admiré el paisaje
lleno de montañas
y esperanzas.
Extendí mis brazos
como para abrazar al viento
y sentí que tocaba el cielo.
Creí estar en lo más alto de mi ego
al sentirme lleno, pero luego,
humildemente contemplé
con nostalgia lo bello
y necesario que es este
bendito suelo...
y me sentí pequeño
¡Pero tan eterno!
Bendita naturaleza,
te regalo todos mis sueños.Un Personaje - David A. Bermúdez.
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